Reconociminento a nuestros héroes de Malvinas

Reconociminento a nuestros héroes de Malvinas

ACTUALIDAD   /   31-03-2023   /  A+ | a-
En el marco del día del Veterano y los Caídos en la Guerra de Malvinas, queremos que conozcan a Julio César Rearte, afiliado al SEC y ex combatiente, y a Jorge Villalba, trabajador de nuestra institución cuyo hermano luchó en el General Belgrano, quienes nos brindaron una entrevista y compartieron su experiencia vivida defendiendo nuestra patria, y que recibieron de parte de nuestra Comisión Directiva, encabezada por Armando Cavalieri, un merecido y cálido reconocimiento de nuestra institución.

De la charla participó también Alberto Guerra, excombatiente y sobreviviente del Crucero General Belgrano, quien nos compartió sus vivencias abordo y su salvación luego que el mismo fuese hundido.

 

¿Cómo se enteraron que iban a combatir en la guerra de Malvinas?
 

Julio: Yo fui conscripto y perdí compañeros en el General Belgrano. Nosotros hicimos, creo, quince días de preparación, me mandaron a hacer un curso de operaciones, de radarista y plotting, y después terminé como conscripto calificado. 

La previa era un “que se acabe esto pronto, me quiero ir, pero quiero cumplir”...Me quiero ir porque yo era un civil, no era mi función ser militar y, de repente, nos metimos en una guerra. Teníamos 18/19 años…y si yo la hacía con mi clase, que era la ‘61, me salvaba del conflicto. Me tocó con la ‘62 y hoy estoy orgulloso porque pude colaborar con mi patria.

Nos desayunamos con eso. Nosotros cuidábamos los mares. Nuestra batalla era naval, no era cuerpo a cuerpo, lo que es distinto. Pero nos agarró de sorpresa. Llegamos a Malvinas, nos dijeron que se había declarado la guerra y que teníamos que ir. Nos subimos y fue un “si estamos en el baile, hay que darle para adelante”. Vamos a morir por la patria. 

Alberto: Yo era tripulante del Crucero General Belgrano, tenía 20 años y mi especialidad era control de averías. En este caso, el barco es el arma y cada uno tiene una función toda encadenada. Nos mandaron a hacer un curso para operar un radar, teníamos que operar un dispositivo que detectaba aviones o barcos.

Éramos 1023 personas, de las cuales 2 eran civiles, los cantineros a cargo del “maxikiosco”, que no quisieron desembarcar cuando comenzó la navegación, pero al sacarle el puesto a dos personas, ellos tenían que cumplir una función también en la guerra.

Nosotros salimos a navegar el 16 de abril. El 2 se toma Malvinas, pero la flota general de los barcos salió el 28 de marzo. Nosotros no podíamos hacerlo antes porque estábamos en reparaciones. No entendíamos muy bien qué estaba pasando. 

A todo esto, cuando toman Malvinas yo me entero en San Miguel, cuando viene mi jefe y me dice que tengo que ir a Buenos Aires a buscar los proyectores de película para el microcine. Cuando vengo en colectivo me entero por la radio que se habían recuperado las islas, lo que para mí era inexplicable.

 

Jorge, ¿cómo se enteraron vos y tu familia que tu hermano tenía que viajar? ¿Cómo se vivía en el país la guerra?
 

Jorge: Lo nuestro fue muy triste porque era el único sostén de mis padres, ya que yo ya tenía mi familia y mi hermano mayor también. Éramos cuatro hermanos personal de cuadro y le tocó a él. 

El crucero Belgrano hace una navegación antes de ir a Malvinas en donde estaban los dos juntos, uno en comisión y otro en dotación fija, pero cuando zarpa el crucero un Subcomandante lo pide para otro crucero al mayor. Yo siempre digo, o los salvaba a los dos, o los perdía a los dos. 

Mi hermano falleció en el Belgrano y lo rescataron el día 6 de mayo en una balsa del buque-hospital Bahía Paraíso, en donde muere él, según comentarios, por congelamiento. Esto hizo que casi pierda a mi padre y mi madre, ya que fue muy triste por cómo nos enteramos, que fue a los cuatro días en la medida que iba llegando la información. 

Tenemos 323 héroes que están hundidos, lo cual es terrible. Yo pude pasar por ahí, ya que fui después en el año ‘90.

 

¿Con qué se encontraron cuando viajaron para allá?
 

Julio: Yo estaba en la parte de comunicaciones. Cuando nos mandan la orden de que habían hundido al Belgrano ahí tomé conciencia de “che, estamos en guerra en serio”. Yo tenía 19 años, al igual que todos mis compañeros “colimba” con los que hicimos el curso.

Alberto: Nosotros éramos 1023 personas, de las cuales murieron 323, que son el 50 por ciento de los fallecidos en el conflicto. Tenemos a las dos personas más jóvenes muertas en la guerra con 16 años, que eran marineros. Ellos entraban a la carrera con 15 años, hacían el curso de un año arriba del crucero, y eran personal de apoyo. 

Nuestro barco era una ciudad, medía 186 metros, y se necesita personal de todo tipo para que funcione. En donde un eslabón de esa cadena falle, fallan todos. 

El 19 de abril nos dimos cuenta que estábamos en una situación de guerra. Si bien apenas salimos empezamos a practicar, a hacer las situaciones de “zafarrancho” que tienen distintas alarmas, entonces cada uno tiene que saber identificar qué hacer. Ese día, eran las cuatro de la mañana y nos toca “zafarrancho de combate”, me despierto y escucho que el suboficial decía que era de combate real…Ahí caímos en la realidad. 

Eso fue porque había un barco que había pasado del océano pacífico al atlántico, le pedimos identificación y no lo hacía. Estuvimos a 10 segundos de hundirlo, cargamos el armamento y todo para disparar, pero se identificó y paramos la operación. Ahí nos dimos cuenta que no estábamos de paseo y que, en cualquier momento, nos podían atacar. 

Éramos conscientes de que nuestro barco iba a ser hundido por un submarino, porque era viejo, tenía buena coraza, armamento antiaéreo y de barco a barco, pero no teníamos defensa antisubmarino. Los barcos de apoyo tenían la potestad de observar e identificar submarinos, pero eran flotas de la Segunda Guerra Mundial y estábamos combatiendo en los años ‘80, habían pasado 40 años. Si bien estábamos actualizados, era hasta ahí nomás. 

Para que se den una idea, nosotros podíamos identificar barcos a 10 kilómetros, pero el submarino que nos ataca tenía la potestad de hacer una profundidad de estar a 3000 metros bajo el mar y estar 30 días sumergido y salir a superficie únicamente por cansancio. Era tan silencioso…operaba a 70/80 kilómetros y no tenía problema, con lo cual si se ponía apenas a 11 kilómetros de nosotros no lo íbamos a identificar.


 

Homenaje para nuestros héroes

La Comisión Directiva del SEC - Capital Federal, encabezada por nuestro Secretario General, compañero Armando Cavalieri, y el Subsecretario General, Carlos Pérez, llevó adelante un acto homenaje a nuestros afiliados ex combatientes, en reconocimiento por su labor y patriotismo en la Guerra de Malvinas. 

En ese sentido, Cavalieri destacó su participación y heroísmo, y destacó que “en cada encuentro internacional que vamos nosotros planteamos el tema de la soberanía Argentina sobre las islas. Lo que han hecho ustedes es una proeza frente a las dificultades, pero quedó demostrado que defendimos nuestra tierra, y la vamos a seguir defendiendo”. 

Desde el SEC, nuestro agradecimiento, reconocimiento y gratitud para Julio Rearte, Alberto Villareal y Jorge March, trabajadores de comercio, héroes de Malvinas.

 

¿Qué recuerdo tiene de Malvinas?
 

Julio: Cuando hice el curso de operación de radar y plotting le dí bola porque no tenía mucho que hacer acá. Cuando hice la “colimba” vino un oficial y dice “el que saca el puntaje más alto elige destino, pero siempre buque”. Ahí me calenté, estudié todo, y saqué sobresaliente. Yo iba a elegir el Belgrano, porque tenía unos amigos que tenían un grupo de rock y era amigo de ellos. Cuando pedí, me mandaron al “25 de Mayo”. Al final, me salvaron la vida, porque dos compañeros míos murieron ahí. 

En el 25 de Mayo tengo un hecho que está en el museo de la armada. Cuando fue la operación “Harrier” yo estaba de radarista y empecé a detectar un “eco”, una cosa que se mueve. Les dije que teníamos aviones cerca y sonó la alarma, todo esto a las cuatro de la mañana. Preparamos los aviones y salieron. 

Lo que me gustó de eso y que me hizo llorar fue que un oficial sacó a un piloto para subirse a uno de los aviones. Lo aplicó porque quería salir él a pelear, lo que me gustó porque demostró la valentía que había. 

Salieron a interceptarlos. Estaban los dos aviones en un punto y nosotros teníamos un radio de onda corta que captaba toda la frecuencia y ellos iban diciendo nuestra ubicación en inglés, y yo grabé todo eso, porque como soy loco por la música grababa todo. Esa conversación está en el museo naval, es algo histórico. 

 

Jorge, ¿qué sucedía acá? ¿Usted y su familia podían comunicarse con su hermano?
 

Jorge: No teníamos comunicación para nada porque ya estaban en conflicto. Él salió el 16 de abril y lo hicieron en tres oportunidades. La única información que tengo, por otro hermano que también estaba en la base, era que salió el crucero y se ve que falló el equipo; volvió a una reparación, salió de nuevo, volvió y a la tercera mi hermano me dice: “zarpamos a las ocho de la mañana, esta es la tercera y es la vencida. De volver, no creo que volvamos”. Y no volvió. 

Yo viví la información del país, cómo se donaron muchas cosas, cómo la gente estaba enloquecida para ir a donar…

Alberto: El 23 de abril entramos al puerto de Ushuaia a cargar combustible y municiones…Fue el último puerto que tocamos y, desde ahí, se mandaron cartas. Muchas de esas cartas llegaron después de que se hunda el Belgrano y, en algunos casos, muchos de los que enviaron no volvieron. Hay muchos padres y madres que tienen esas cartas como un tesoro. Todo eso lo tengo por mi diario personal de abordo, que sirvió para darle cronología a un libro que escribió un comandante. 

 

¿Cómo fue el desenlace de Malvinas? ¿Y la vuelta a la Argentina?
 

Julio: Yo me vine muy dolido, es más renuncié a mi pensión. No quería saber nada. ¿Qué me va a pagar el estado si perdimos la guerra? Me enteré que había terminado la guerra cuando estábamos navegando y eso que nos seguían persiguiendo. Yo llegué acá muy defraudado, porque quería volver victorioso. 

Cuando llegué acá…siempre me desempeñé como administrativo. Con el paso del tiempo me ofrecieron empezar a trabajar en la Federación de Empleados de Comercio para servir café, tenía la necesidad por mis cuatro hijos…Eso fue en el año ‘90, más o menos. 

Alberto: Yo llegué acá el 4 de mayo. En Ushuaia nos dieron ropa porque la nuestra estaba toda mojada y sucia. Nosotros llegamos a tierra en balsa. Teníamos que orinarnos encima para darnos calor, nos hacíamos masajes el uno con otro en las piernas y espalda, y no nos podíamos dormir porque te morías.

Del hangar pasamos al avión, de ahí a Espora y armaron todo para empezar a distribuirnos y llegar a nuestros hogares, en mi caso fue en micro. Fue muy duro cuando salías de la base, porque estaban todos los familiares, que te preguntaban: “¿Viste a fulano? ¿Lo viste a mengano?”, y, de repente, vos sabías que ese no venía. ¿Qué les ibas a decir? 

Llegué a mi casa el 6 y recién ahí se enteraron que estaba vivo. Ahí no había teléfono, nada. Pasé 10 días de licencia y el 29 de mayo me fui de nuevo a Puerto Madryn. Al otro día llegó otro compañero del crucero. Estábamos los dos juntos cuando escuchamos la rendición…nos levantamos, nos dimos un abrazo y nos pusimos a llorar. 

Jorge: Nosotros teníamos ganada la guerra olímpicamente, pero se dio vuelta al taba. Dejaron desembarcar a los ingleses y fue todo en complot con el gobierno de Videla. Yo tengo compañeros del gobierno que me decían: “si sabíamos lo que era este tipo, lo fusilábamos”, porque eso fue traición a la patria y nosotros juramos a la bandera para defenderla. Mandó a jóvenes a la muerte, sin experiencia, nunca estuvimos preparados para la guerra. 

 

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